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Condenan a Pedro Pablo Nakada el “Apóstol de la muerte” a 35 años de cárcel.

En uno de los procesos penales más complejos llevados a cabo en Huaura, se sentenció a 35 años de cárcel, al asesino en serie Pedro Pablo Nakada Ludeña, por el homicidio de al menos tres personas.
Ludeña es conocido como el “Ángel de la muerte” o el “Apóstol de la muerte”.

El último juicio oral, realizado el 14 de junio ante el Juzgado Colegiado el Ministerio Público, representado por la Fiscal Provincial Gladys Torres Lobato, según señala una nota de prensa del Ministerio Público, logró probar que el sentenciado cometió los delitos de homicidio calificado, en agravio de Walter Sandoval Osorio, Teresa Cotrina Abad y otros.

El juzgamiento se realizó empleando medios técnicos como el de video conferencia, utilizado para el debate pericial entre los peritos psiquiatras, quienes desvirtuaron que el sentenciado padeciera de esquizofrenia paranoide.

Durante los años 2004 al 2006 en la provincia de Huaral se suscitaron diversos homicidios y robos en agravio de diversas personas.

Los crímenes tenían como característica principal, era que las víctimas habían sido asesinadas con impactos de proyectiles de arma de fuego en la cabeza y los crímenes se realizaron en lugares lejanos sin testigos.


Las investigaciones establecieron que el responsable era Pedro Pablo Nakada Ludeña, quien está detenido desde el 28 de diciembre de 2006 y que había cometido aproximadamente veinte homicidios.

Durante las investigaciones Pedro Pablo Nakada Ludeña a través de su defensa pese a reconocer los hechos que se les imputaba, tenía como argumento de defensa su carácter de inimputable y solicitó ser sometido a un proceso de seguridad – el primero que se realizó en el Perú con las reglas del Código Procesal Penal de 2004 -. Los peritos César Aliaga Vargas (nombrado oficialmente) y Freddy Bermejo Rojas (perito de parte) habían evaluado al imputado y establecieron que se trataba de un “esquizofrénico paranoide”.

Por su parte, el Ministerio Público en el último juicio oral, presentó al perito psiquiatra Moisés Ponce Malaver, quien trajo abajo la tesis de los peritos en mención y luego de un debate pericial logró explicar que el entonces acusado era imputable.

El debate pericial en el último juicio oral se realizó a través del medio técnico de vídeo conferencia.

La conexión se realizó desde el Establecimiento Penal de Carquín con la División Clínico Forense del Ministerio Público a cargo del doctor Edgardo Huarhua Cañas, debido a la imposibilidad de que el perito Moisés Ponce Malaver se trasladara hasta Huacho.

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